Prevención

Entendemos por prevención todas aquellas acciones desarrolladas en la comunidad a fin de fortalecer los factores de protección y disminuir factores de riesgo.
El abordaje de la Prevención del consumo de sustancias psicoactivas se realiza a través de distintas acciones -concientización, suministro de información, educación de pares, promoción de actividades alternativas, investigación en la acción, capacitación de profesionales – y programas que tienen como núcleo central un proceso formativo con énfasis:

  • el desarrollo de los recursos personales para el fortalecimiento ciudadano y la integración social
  • el desarrollo de las habilidades psicosociales
  • la educación para la salud la prevención del consumo problemático de sustancias psicoactivas
  • la reducción de riesgos y daños

Las estrategias de prevención  se inspiran en distintos modelos que abarcan desde el que promueve la Organización Panamericana de la Salud (OPS-OMS), que tiene como objetivo desarrollar habilidades psicosociales para fortalecer estilos de vida saludable y sostenibles, hasta modelos orientados en la reducción de riesgos y daños que buscan reducir las consecuencias negativas de ciertos comportamientos humanos. En el caso de estos últimos estas estrategias buscan minimizar los riesgos y los daños asociados al consumo de los usuarios en lugar de ignorarlos o perseguirlos, sin que esto implique restarle importancia al real peligro asociado al uso de sustancias psicoactivas.

Asumimos que vivimos en una sociedad en la que existe y siempre va existir una disponibilidad sustancias susceptibles de crear dependencia por lo cual la estrategia es promover la formación de individuos que puedan evaluar los riesgos y actuar en consecuencia. Involucramos en este proceso al hogar, la escuela, el trabajo y la comunidad, buscando formas eficaces de abordar el consumo de sustancias psicoactivas, incluyendo el alcohol y el tabaco.

Prevención en consumos problemáticos

Las estrategias de prevención en el abordaje de los consumos problemáticos buscan promover encuentros, construir lazos y tender puentes entre las personas que forman parte de la comunidad, entre la comunidad y las Organizaciones de la Sociedad Civil y las Instituciones que representan al Estado.  Las estrategias preventivas deben ser integrales, multidireccionales y participativas y tiene por objetivo valorizar las historias de vida de las personas, sus experiencias, fortalecer su identidad y su capacidad de relación con otros para aumentar los factores de protección y su red de relaciones con otras personas y/o instituciones. En este sentido, es fundamental fomentar el desarrollo de habilidades psicosociales que permitan visibilizar los problemas y evaluar posibilidades de resolución para facilitar la construcción de vínculos solidarios que contribuyan a promover una mejor calidad de vida de las personas.

Las estrategias preventivas deben ser bidireccionales: de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. Esto implica un fuerte compromiso entre al menos tres niveles: el Estado y sus Instituciones, las Organizaciones de la Sociedad Civil y las Comunidades y sus miembros. Así como toda comunidad tiene sus problemas, también cuenta con la posibilidad de solucionar varios de esos problemas a través de las redes comunitarias, que están integradas por promotores de salud, operadores comunitarios, profesionales y todas aquellas organizaciones de la sociedad civil que articulan en, con y para la comunidad buscando generar un impacto psicosocial positivo. En este marco, se parte de la preocupación/inquietudes de algunos de sus integrantes y se trabaja interactuando con distintos actores en pos de encontrar posibles soluciones. De este modo, se facilita el intercambio y la cohesión intra-comunidad con el objetivo de fortalecer los aspectos más resilientes, tanto de las personas como de los grupos que conforman dicha comunidad. En caso de que surjan situaciones patológicas o de mayor gravedad se deriva con seguimiento a las personas que lo necesiten a profesionales o centros especializados.

Hay distintos enfoques para trabajar la Prevención, el modelo clásico es unidireccional, de arriba hacia abajo, e incluye tres niveles: 

– Prevención Universal: es la forma más amplia de informar y formar para anticiparnos a los riesgos del consumo. Cuanto más temprano se inicie, mejores probabilidades de llegar fortalecidos cuando toque enfrentar los desafíos de la vida; 

– Prevención Selectiva: la información y formación es más específica y se circunscribe a una determinada población que puede encontrarse en riesgo, por ejemplo, los adolescentes.

– Prevención Indicada: se focaliza en la población que ya ha iniciado el consumo. Se busca que accedan a los Centros de Tratamiento especializados, fortalecer sus redes subjetivas para que sean saludables y le brinden contención y acompañamiento.

Otros enfoques más actuales de Prevención

Otros enfoques más actuales de Prevención mencionan que las estrategias preventivas se presentan en dos modelos bien diferenciados:

– Modelo Prescriptivo: en este modelo la línea preventiva es unidireccional y va de arriba hacia abajo. El saber y el conocimiento queda sólo del lado de los profesionales expertos que indican o prescriben lo que debe hacerse y las personas, ubicadas desde un lugar pasivo, deben acatar esas indicaciones. Este modelo se apoya en campañas publicitarias en los medios de comunicación y/o en vía pública. Su nivel de impacto es bajo porque sus objetivos suelen ser inalcanzables y sus consignas demasiado amplias y universales.

– Modelo Participativo: este modelo plantea una lógica multidireccional cuyo objetivo es construir vías de interlocución entre las instituciones y las opiniones y saberes de las poblaciones con las que se trabaja. Busca incorporar el conjunto de necesidades de la población e identificar EN, CON y PARA la Comunidad los problemas y criterios de abordaje. Básicamente redefine la prevención como el conjunto de esfuerzos que una comunidad produce para reducir, de forma razonable, la probabilidad de que aparezcan problemas relacionados con los consumos de drogas.

Una intervención sociosanitaria que busque tener cierta eficacia tiene apoyarse, al menos hasta cierto nivel, con la visión de mundo de las personas que busca asistir. En la actualidad existe cierto consenso en desarrollar un marco conceptual más complejo que contiene cuatro elementos básicos: el control, la influencia, el diseño ambiental y el desarrollo de las competencias. Una característica de estos elementos es que se pueden aplicar en distintos momentos en los que se encuentran las personas de una comunidad en relación al consumo de droga. 

El enfoque de Reducción de Riesgos y Daños se apoya en un modelo de Prevención Participativo dado que es un enfoque más realista y profesional, centrado en la posibilidad de solucionar algunos aspectos o de contrarrestar los efectos más nocivos derivados de ciertos consumos de drogas. Se contempla la salud psíquica y física, el contexto social familiar y comunitario y económico. Se trata de una prevención integral que articula los diferentes saberes y experiencias en juego donde la participación de todos los actores involucrados resulta esencial para lograr en su multidireccionalidad el mayor nivel de cuidado posible.

Se busca trabajar con la microcultura de los grupos desde un modelo participativo, lo que implica ver las posibles vías de prevención en base a sus intereses. De este modo, existen más posibilidades de lograr los objetivos propuestos ya que se relacionan directamente con la vida de las personas en su comunidad.

Ante la imposibilidad de evitar el consumo, resulta muy importante trabajar desde los distintos abordajes de intervención para facilitar y promover el cuidado de sí mismos y de las personas con quienes interactúan, sin excluir como objetivo a mediano y largo plazo la reducción del consumo y, eventualmente, la detención prolongada de las situaciones de consumo. Detener un consumo problemático es decisión de cada persona y no debería plantearse desde una exterioridad. La dimensión ética es fundamental y debe respetarse la singularidad de las personas desde el marco de los derechos humanos, la perspectiva de género y la interculturalidad.

Es trascendental identificar las necesidades de las personas y los grupos, las redes subjetivas con las que se relacionan buscando contribuir a que sean lo más saludables posible y en conjunto planificar estrategias de cuidado y acompañamiento que permitan y faciliten el mejoramiento de la calidad de vida.

Parte del trabajo de prevención desde esta perspectiva es:

-Brindar información clara y pragmática sobre las implicancias del uso de drogas dirigida a los usuarios, para que sea un factor clave para la toma de decisiones y puedan gestionar prácticas de menor riesgo y mayor cuidado. La desinformación respecto de las sustancias y de los riesgos asociados constituye un riesgo en sí mismo.

– Comprender que la persona usuaria de sustancias es capaz de decidir, y a su vez es competente para reducir los daños y gestionar los riesgos del uso de sustancias, tanto de manera individual como colectiva.

-Compartir con la comunidad la importancia de ser inclusivos y solidarios, luchando contra la exclusión y la segregación del usuario/a de drogas.

– Promover la participación de los/las usuarios/as de drogas como agentes de salud.

-Eliminar las barreras para el acceso a los Centros de Salud.

– Es fundamental generar capacidad instalada en los actores implicados y en los diferentes territorios y comunidades para que puedan replicar las estrategias, adaptándolas a los distintos contextos donde interactúen.

Actualmente y dentro del marco de la pandemia global por el Coronavirus es importante comprender que las personas usuarias de drogas son población de riesgo. En este sentido es de fundamental importancia poder acompañar y contener a las personas usuarias de drogas que soliciten asistencia y/o se encuentren en tratamiento. 

También es importante comprender que la situación de pandemia global y las medidas tomadas tales como el aislamiento social constituyen una situación de TRAUMA que puede desencadenar en las personas episodios de angustia, ansiedad, depresión, sensaciones de desesperanza o falta de proyección hacia el futuro, que en el caso de las personas usuarias de drogas puede tener un impacto mayor al que se suma posibles síntomas de abstinencia frente a la dificultad para conseguir determinada sustancia y/o situaciones de consumo en aquellas personas que se encontraban en abstinencia.

Frente a las situaciones de TRAUMA los intervencionistas que trabajamos con población de riesgo debemos intentar brindar marcos estables, llevar tranquilidad, mantener una escucha activa y empática a través de los medios virtuales disponibles.

La Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones recomienda sostener la continuidad de la atención ambulatoria en salud mental y adicciones durante la pandemia. Nos encontramos en el marco de una emergencia sanitaria, producto de una pandemia global, en un escenario sanitario altamente dinámico, y que por lo tanto implica poder encontrar métodos flexibles para sostener actividades básicas como la atención en salud/salud mental y adicciones.

Por último, es necesario que todas las medidas de cuidado que podamos tomar para acompañar y contener a las personas usuarias de drogas tengan como contrapartida medidas claras de autocuidado para los intervencionistas que trabajamos en el campo de las salud mental y adicciones. Estás medidas de autocuidado son fundamentales para evitar que los intervencionistas y los equipos atraviesen episodios de burnout y/o de fatiga por asistencia.

En estos tiempos de incertidumbre es de vital importancia cuidar, cuidarse y cuidarnos.

¡La prevención la hacemos entre todos!

Nuestros Programas

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Talleres de Capacitación en prevención del consumo de sustancias psicoactivas

Esta capacitación tiene el objetivo de brindar información clara y precisa acerca del consumo. Se trabaja con herramientas teóricas y prácticas buscando desmitificar aquellas representaciones sociales estigmatizantes de la persona que presenta una vulnerabilidad respecto de las adicciones. Asimismo se ponen en cuestión las representaciones sociales positivas de las sustancias psicoactivas legales (alcohol-tabaco-psicofármacos) desde la perspectiva del concepto de tolerancia, abstinencia, accesibilidad y disponibilidad de alcohol, tabaco y sustancias psicoactivas, sobre su uso, abuso y dependencia.

Se trabaja en distintos ámbitos:

Abordaje en el ámbito educativo

Se aborda a través de talleres en escuelas públicas y privadas que se enmarcan en el desarrollo y fortalecimiento de las Habilidades Psicosociales y en la Reducción de riesgos con el objetivo de poder afrontar con éxito las desafíos que se presentan en la vida cotidiana.

Abordaje en el ámbito laboral

A través de talleres de sensibilización se propicia la formación de los trabajadores como agentes sanitarios/promotores de salud en prevención del consumo problemático de sustancias psicoactivas como un primer factor de contención de las situaciones de sufrimiento social que puede traer aparejado cualquier consumo problemático.

Abordaje en el ámbito comunitario

Los programas se enmarcan en el Modelo ECO2 (Epistemología de la Complejidad, Ética y Comunitaria) promovido por la red RAISSS – Red Americana de Intervención en Situaciones de Sufrimiento Social.

La comunidad resulta ser no sólo un espacio de intervención, sino ante todo, una perspectiva desde la cual comprender los fenómenos; es en ella, con las personas que la habitan, pero sobre todo a través de la comunidad que se logra articular alternativas efectivas y eficientes de transformación de las realidades que la propia comunidad identifica como necesarias de cambiar.

Busca estructurar respuestas comunitarias para trabajar las Representaciones Sociales, a través de la articulación de los nodos que conforman las distintas Redes como elementos claves, siendo sus ejes principales la  Prevención primaria, la Reducción del Daño, la Reinserción social y el Tratamiento comunitario.

Abordaje en el ámbito clínico y familiar

Se trabaja profundamente con su contexto vital con un enfoque preventivo que atraviesa todo el proceso. Partiendo de la elaboración del concepto de exclusión, se trabaja sobre el cambio de la dinámica familiar y se promueve que al usuario construya su propio proyecto de vida mediante el desarrollo de habilidades y fortalezas durante el transcurso de todo el tratamiento. Se busca incidir en la dinámica familiar para lograr una verdadera integración de las relaciones familiares y sociales.

Modalidad y equipos de trabajo

En sus 33 años de existencia, Fundación Convivir se ha actualizado de manera permanente de acuerdo a los requerimientos de los cambios socioculturales que han ido impactando en las problemáticas del consumo de sustancias psicoactivas y por lo tanto, en las estrategias de la reducción de la demanda y la mitigación de los riesgos asociados.
Los equipos de trabajo se capacitan y actualizan de manera continua con estándares de calidad internacional. Son profesionales del ámbito de la salud mental, especializados en la problemática de las adicciones que trabajan de manera interdisciplinaria.
La articulación continua con las Universidades, de las cuales muchos de los integrantes de nuestros equipos son docentes, facilita canales de generación de conocimiento. Esto nos permite ser un referente en el campo de la prevención y el tratamiento de los usuarios de sustancias psicoactivas para la comunidad en general, por el fundamento científico y eficacia de nuestras intervenciones.